
Es difícil hacer algo extraordinario. Sin embargo es cada vez más fácil ser rutinarios. Lo somos. The same, another day. Ayer, o quizá cualquier día como ayer leí algo diferente. Voilá! un chico catalán había dejado su país natal, para irse a Indonesia (creo recordar, no es algo que me sobre, la memoria, digo). Lo extraño es que dejó su trabajo y familia para irse a luchar en una especie de lucha salvaje, en la que apenas existen reglas. Dejó su casa para dormir en un tugurio con los únicos muebles que son libros de filosofía oriental. Apenas ganaba en sus combates para poder existir. No era el dinero lo que le importaba. En occidente, decía, la vida se pasa trabajando para tener un coche y una casa. Y cuando se consigue. Un coche mejor. Una casa mejor. Lo peor de todo es que probablemente, este chico que parezca estar loco, puede, llevar razón.











