miércoles, 30 de enero de 2008

La tristeza

Para el bueno de Emiliano, el gran enigma de sus treinta y cinco años era la tristeza. En su trayectoria, normal, sin sobresaltos, no encontraba motivos para ese estado de ánimo. Aplicado alumno en Primaria, buen estudiante en Secundaria, título de abogado sin perder ni un examen, asesor bancario. Nunca se destacó como mujeriego, pero sus diez años de relación con una compañera tierna y compresiva lo dejaban más que conforme. No había sido propenso a las rabietas ni a las depresiones y ni siquiera al consuelo religioso. La tristeza, calma pero estable, lo acompañaba hasta en los sueños. Nunca lo habían asaltado euforias oníricas. Dormirse o despertarse era reincorporarse a su personal estilo de grisura. Comprendía que su tristeza era gratuita, pero no conseguía superarla.
No obstante, un día experimentó una extraña mutación. Todo empezó con un dolor intermitente en el costado, a la altura del páncreas, y como iba en aumento, él, que nunca iba al médico, decidió consultar a uno que le inspiraba confianza, entre otras cosas porque había sido su compañero de liceo.
Después de las salutaciones y los cumplidos del reencuentro, el doctor Suárez lo examinó durante casi una hora. Por fin se recostó en su butaca profesional, y Emiliano advirtió que su expresión no era demasiado estimulante.
-Todavía es prematuro para diagnosticar nada -le dijo-; vamos a practicar todos los exámenes y pruebas que sean necesarios, pero desde ya me atrevo a anunciarte que puede tratarse de algo serio, bastante serio.
-¿Serio como qué? -preguntó Emiliano.
-Voy a serte franco: serio como un tumor maligno. Pero todavía no te alarmes. Hay que esperar. Y cuando estén los resultados, ya veremos qué decisión tomamos.
Durante tres o cuatro días, Emiliano concurrió a laboratorios y clínicas para someterse a exámenes, radiografías, tomografías, etcétera. Antes de conocerse los resultados se produjo una inesperada novedad. Por primera vez en su vida gris, Emiliano fue invadido por la alegría. Sintió que la cercanía de la muerte era una reivindicación y confirmación de la vida. Durante los días de una espera que para cualquiera habría sido angustiosa, la compañera y los amigos de Emiliano asistieron a sus risas, a rasgos de humor inesperados.
Cuando llegó el día de visitar nuevamente a su amigo médico, éste lo recibió con un abrazo.
-Enhorabuena, Emiliano. No me avergüenzo de confesarte que en mi pronóstico profesional estuve totalmente errado. Estás saludable como un roble; por supuesto, como un roble sano. Tengo la impresión de que vas a vivir por lo menos hasta los noventa. no sabés cómo me alegro de haberme equivocado. Felicitaciones y otro abrazo.
Emiliano le agradeció al amigo su bien fundado optimismo y salió a la calle algo desorientado.
Sólo cuando estaba llegando a su casa se dio cuenta de que otra vez lo había invadido la tristeza.
M.B.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenías razón, me ha gustado mucho.

« Raffa » dijo...

Me ha entretenido. Si no entiendo mal, el hombre sólo se siente vivo cuando sabe que va a morir, lo cual le hace disfrutar de la vida al máximo, no? xD Yo es que no soy muy de leer libros con "historias". Leo otro tipo de cosas :) Bueno, si esa no es la especie de moraleja que tiene, dímela tú (o es como la Naranja Mecánica? que no tiene moraleja xD).

Anónimo dijo...

Muchas personas pierden las pequeñas alegrías, esperando la gran felicidad, o esperando el último momento para disfrutar de las pequeñas cosas... ¡Qué triste el que aprende a sonreír tarde! Si además alarga la vida...

Carpe diem ;)

Anónimo dijo...

Referente a lo de carpe diem... ahí os dejo una escena de una peli que me encantó.

http://www.youtube.com/watch?v=HVS4PiVicqw

El club de los poetas muertos.

sol(y)edad dijo...

Un día Raffa, con otro cuento de Mario Benedetti, te contaré por qué no puedo explicarte lo que quiere decir el autor, esa tarea es tuya, cada uno que saque lo que la historia le inspire, que puede ser mucho o poco. Yo, tras haberla leído varias veces creo que tiene más de un punto donde podemos sacar alguna "moraleja" como tú dices :)

sol(y)edad dijo...

Esa película es la ostia, lástima que la viera hace algunos años y tenga lagunas como me pasa con todas :$

« Raffa » dijo...

Yo la tengo, si quieres te la dejo gratis a cambio de una invitación cervecil xD!

sol(y)edad dijo...

El ares también la tiene :$

Anónimo dijo...

Pues sí...vuélvela a ver porque merece mucho la pena. Yo también la recordaba de cuando era bien joven... y hace poco la pillé y volví a verla de nuevo ¡qué buena